El jamón ibérico se podrá acompañar con Fino o Manzanilla o bien con tintos de crianza poco corpóreos (Riojas).
La mayoría de los embutidos casan bien con tintos de crianza.
Las morcillas con sabores dulces se casan muy bien con tintos de tanino suave como el Merlot.
Los vinos ligeros con cierta crianza de Tempranillo o Cencibel acompañan bien a los embutidos más curados (lomos, morcones, cecinas, etc.)
Los patés de carne y caza se alían con los tintos estructurados.
El Foie gras se adapta a los sabores vinos licores, Sauternes, vendimias tardías y porque no con nuestro maravilloso Amontillado de Andalucía Occidental.
Con el pollo y pavo cuando están asados, el estilo del vino nos lo va a marcar la guarnición, si ésta es simple optaremos por un tinto ligero y pulido, si es más rotunda y aparecen setas y salsa de trufas o distintos rellenos nos decantaremos por un vino más estructurado y carnoso. Finalmente si el pollo lo adereza con el zumo de limón y hierbas aromáticas por ejemplo, tomillo nos iríamos a un blanco. Un Chardonnay, por sus aromas cítricos, escogeríamos un Chardonnay joven y no fermentado en barrica porque buscamos frescura y adecuada acidez.
El pato necesita la presencia de blancos cuerpo y frescos, capaces de contrarrestar el sabor graso, desde un Rueda a un Riesling.
Con salsas agridulces, ciruelas, etc. podemos optar por los vinos rancios o algún tinto de Monastrell.
El magret de pato con salsas de frutos rojos iría muy bien con Pinot Noir, Merlot.
Con la caza de pluma, perdiz, pichón, etc. Precisan de tintos no excesivamente potentes, Merlot, Tempranillo, Pinot Noir, etc.
En el caso de la ternera asada podemos ir desde vinos blancos potentes como el Chardonnay pasando por la fermentación en barrica a tintos jóvenes ligeros o bien tintos de crianza con un tanino muy pulido.
Las salsas a base de nata nos acercan a blancos corpóreos y secos que aporten acidez.
Cuando van acompañados de salsas oscuras, precisan de tintos suaves pero intensos.
Con salsas basadas en el tomate, rosados y tintos de alto grado de Garnacha o Monastrell.
El cerdo necesita de cierta acidez, podemos optar como los Viura riojanos o el Riesling o bien tintos jóvenes como los Mencia de Galicia.
Con los estofados de carne van bien los tintos de Garnacha, Cariñena o Monastrell.
En elaboraciones más simples a la parrilla o asadas, van bien los vinos más ligeros con cierta crianza.
Cuando van acompañados con salsas de jugo de carne y setas lo ideal son los tintos de Cabernet Sauvignon. Estos últimos o un Tempranillo también pueden acompañar el cordero asado.
La caza mayor, el jabalí, el corzo, venado, precisan de tintos de crianza con cuerpo. Con el conejo y la liebre recomiendo tintos mediterráneos.
La pretensión de la armonía vino-queso es la de conseguir que ambos elementos combinen bien, que se logre, entre los dos un equilibrio de sabores que sean armónicos. Esta combinación normalmente, no es justa ya que existen muchísimos vinos y variadísimos quesos y no todos van bien con todo.
Al igual que existen una serie de armonías afortunadas como el caviar-vodka o el foie-gras-sauternes, el vino es el acompañamiento ideal del queso y tiene una historia de siglos. Las bases en las que se fundamenta una buena armonía de este último tipo son varias.
La primera armonía de la cual podemos hablar es la de la combinación regional. Esta primera regla de fidelidad básica está cimentada en él hecho de que todo terruño de pastos tiene cerca tierras de viñas, salvo alguna excepción (La Mancha con quesos y vinos, Castilla y León con vinos de Rueda, Toro, Bierzo, Ribera del Duero, etc. con quesos castellanos, Canarias, Rioja, Galicia, Navarra, etc.)
Inicialmente se debe considerar que el azúcar del postre y el del vino estén a la misma altura.
Otro factor a tener en cuenta es la calidez o frescura de la elaboración, bien por su elaboración (helados o semi-fríos) o por la característica de los ingredientes (acidez de las frutas), en este sentido intentaremos contrastar frescura del plato con calidez del vino.
La textura de postres en los que aparecen masas hojaldradas y crujientes precisan de no excesiva carnosidad y cierta frescura.
Se debe pensar también en la prolongación de sabores afines entre fruta y vino (Oportos y frutas rojas, Pedro Ximénez, Olorosos con frutos secos, nueces y orejones, Moscateles y vinos de Podredumbre Noble con las macedonias, miel y naranjas, Riesling de vendimias tardías con postres elaborados con limón, mousse, sorbetes, etc.).
Gila, J. (18 de Abril 2017). 12 consejos para elegir el vino correcto con cada tipo de comida. Vinetur. https://dehesadeluna.com/blog/que-es-un-vino-seco-caracteristicas/
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